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Silvia R. Taberné | Madrid

Yo no estoy hecho para dar conciertos; el público me intimida, me siento asfixiado por su impaciencia precipitada, paralizado por sus miradas curiosas, mudo ante esas fisonomías desconocidas”, comentaba Chopin posiblemente en medio de un mal día.

La respiración en el canto o las prácticas vocales son ejercicios tan intrínsecos para un cantante como saberse la letra de la canción, pero ¿qué pasa con los músicos? Aunque ya se han estudiado las lesiones que cada instrumento puede provocar a su dueño ahora, Francisco Daunesse, pianista profesional, quiere comprobar médicamente lo que intuyó cuando cursaba los estudios superiores de piano; no sólo la presencia de público, sino que cada ritmo, cada nota, también es capaz de alterar los ritmos cardiacos y respiratorios de quienes tocan y, como en los cantantes, una buena “técnica respiro-pedagógica” quizá hubiese facilitado la vida tanto al genio polaco de Chopin como a los actuales pianistas, profesionales o estudiantes, en sus habilidades musicales.
Chopin marca el esfuerzo

Para demostrar esta hipótesis, Daunesse ha puesto ‘manos al teclado’ a 10 pianistas profesionales y a varios médicos, entre los que destaca el director de la tesis, Juan Carlos Segovia, coordinador del centro de Medicina Deportiva de la Universidad Complutense de Madrid. Con un piano patrocinado por Yamaha, en medio de una especie de laboratorio y frente a una improvisada sala de butacas, Daunesse y Segovia recogen y comprueban los resultados. “Desde el primer momento queríamos que el pianista se sintiese como en una representación real, con una pieza que se escucha habitualmente en las salas de concierto e, incluso con público para que los datos fueran lo más fidedignos posibles”, explica Daunesse mientras uno de ‘sus pianistas’ saluda a los improvisados aplausos ataviado con una mascarilla y unos electrodos.

“A cada pianista se le miden las variaciones cardiacas y respiratorias antes y después de que empiece a tocar para saber cuáles son los niveles normales de los que se parte y cómo varían durante la prueba”, explica el doctor Segovia. “Esto es importante porque, de demostrarse que hay variaciones dignas de estudio, se podría facilitar mucho la vida del músico profesional”, continua Daunesse. “Muchas veces no se tiene en cuenta, pero si el pianista o cualquier otro músico se deja llevar por la música y no sabe respirar adecuadamente termina agotado, aumenta la tensión y, por supuesto, se nota en lo que tocas”, añade.

Para el experimento, todos los pianistas tuvieron que interpretar el ‘Scherzo n. 2’ de Chopin, una obra de unos 10 minutos, bastante habitual en cualquier programa de concierto, que contiene diferentes momentos de virtuosismo y calma, necesarios para saber si, ya no sólo los nervios del directo sino también la pieza que tocan, varían los dos parámetros de la respiración y el latido cardiaco.
Una técnica más

Para el doctor Segovia, los primeros frutos de la investigación ya están dando resultados afirmativos: “De momento estamos observando las variables cardiacas, donde es claro que hay mayores pulsaciones tanto en el momento de saludo al público, como en los momentos de mayor virtuosismo, en comparación con los momentos tranquilos. En cuanto a los respiratorios, como son muchas variables, tardarán más los resultados, pero todo apunta a que también puede haber variaciones, aunque habrá que comprobar si son significativas y si siguen los mismos patrones que el cardiaco”, afirma.

Daunesse, que fue el primero en probar en sí mismo su experimento, recuerda cómo fueron sus resultados: “Cuando salí a saludar al público, me sentía tranquilo, pero resultó que no era así: El ritmo cardiaco se había acelerado. Pero, además, estamos demostrando que no sólo es en ese momento, también depende de lo que se toque, por lo que nos gustaría, más adelante, hacer la misma prueba con otros compositores y otros estilos de música”, explica.

“Esto también nos indica la necesidad que tiene todo músico de mantenerse en forma”, explica categórico Segovia. “En todos los deportistas es necesaria una preparación física y, aunque veamos a un señor sentado en una banqueta tocando, hay una fuerte carga de tensión de la que tiene que recuperarse. Hay que tener en cuenta que los músicos profesionales salen de un recital, ensayan, tienen otro recital… si no se relajan de forma adecuada antes del trabajo y tienen una buena preparación, se va a notar tanto en las posturas forzadas durante mucho tiempo, que pueden llevar a casos de enfermedades en los dedos, como en la frecuencia cardiaca. Por ello necesitan practicar ejercicio físico para evitar que la carrera profesional de estas personas sea corta y quizá también realizar intervalos de descanso más seguidos que los que hacen”.

E ilustra su afirmación con un ejemplo: “Es lo mismo que le pasaba a Nimzowitch -famoso ajedrecista letón- que, cuando no le tocaba mover ficha, se marchaba a un rincón de la sala y empezaba a hacer estiramientos y ejercicios. Quizá esta tesis también aporte pruebas científicas de la necesidad que tiene un músico de parar y hacer unos ejercicios de estiramiento cada menos tiempo de lo que se hace ahora… los que lo hacen”, asegura este doctor.

“La idea es que si estamos en lo correcto se aplique la respiración como una técnica más en la Pedagogía del Piano”, afirma Daunesse, algo que ya reclaman muchos de los pianistas que se han sometido a la prueba. José María Duque, uno de los ‘conejillos de indias’, está seguro de que muchos músicos no son conscientes del estrés que conlleva su instrumento, “porque todavía no entendemos que nuestro cuerpo es nuestra principal herramienta de trabajo”. En su caso, Duque aprendió de la peor forma esta lección al lesionarse varias veces: “Desde entonces hago ciertos ejercicios de muñecas, de cadera, paro cada cierto tiempo… y también ejercicios de respiración, lo importante es dominar al piano no que él, el ritmo o los nervios te dominen a ti, si pasa se nota también en lo que interpretas”.