Jeje, es curioso que el gurú esté sentado a cinco metros de mi y le esté contestando por aquí. Todo sea por la True cruzada.
Yo sostengo que una buena composición aguanta perfectamente un cambio de sonido. Es decir si la música está compuesta de ritmo, melodía, armonía y contrapuntos, no se debieran ver afectados si en vez de voz pones un violín y en vez de guitarras con delays pones banjos.
El aria para de la suite nº 3 en re mayor del enemigo de Nasty (es decir Bach) que he puesto antes se hizo para cuerda. Incluso esa elección tiene mucho sentido como islote de paz en una suite emborrachada de metales. Pero podéis encontrar adaptaciones e interpretaciones de la misma para piano, para órgano, para marimba, se ha cantado, se han hecho versiones hasta el punto de trivializar la que para mi es la mejor página jamás escrita en la música. Y todas esas adaptaciones son aguantadas por la composición perfectamente.
Ahora vas y pillas un chunda chunda discotequero de la muerte de esos que todos conocemos. Y lo adaptas a otros instrumentos. Y si ya era una grasa anteriormente, se convierte en soberana mierda.
Es que la música, hablando de esencia de la misma, tiene que ver con la sonoridad, pero mucho más con la composición. No hablamos de electrónica. Eso va aparte.
La cuestión es, fuera del sonido y de la voz sugerente del cantante… o de las letras… musicalmente ese disco es una aportación que haya que tener en cuenta especialmente? Si crees que sí… ¿podrías dar algunos detalles? ¿hay algún desarrollo hermoso? ¿algún cambio modal? ¿alguna progresión rítmica que merezca la pena? ¿algún contrapunto inspirado? ¿alguna combinación o superposición de melodías? ¿algún arreglo armónico sorprendente y original? ¿alguna escala diferente puesta al servicio de la atmósfera o del tema de la canción?
¿O es que simplemente es un disco agradable de oír, y fácil de digerir, como una ensalada de frutas que te ofrecen en la playa?
Sí la aportación de The Edge es sólo al sonido, que no está mal, diremos que es un gran ¿músico?
Supongo que es cuestión de preferencias.