Forum Replies Created
-
AuthorPosts
-
metal_kingMember
El problema no es tanto generar mierda como que haya tanta gente para tragársela con avidez.
En una cadena privada, no adiencia -> no programa.Salud!
metal_kingMember@Lemmy wrote:
Mas pena da el esperpento este de OT, que me estoy quedando acojonado, como se puede destrozar canciones de esta manera tan miserable y que ademas te aplaudan……eso si que da pena !!!
Pues sí, aunque en el par que yo he visto (Pilar Rubio me tira mucho), el jurado les ha puesto a caldo. Después del Here I Go Again que se ha cascado ese David Coverfalse he cambiado de canal.
Salud^^
metal_kingMemberLlamamde inocentón, pero me cuesta creer que lo haya hecho a posta…
Salud!
metal_kingMemberEste artículo está bastante bien (y no coincide demasiado con lo que yo pienso -grin ).
La cena del miedo (mi reunión con la ministra Sinde)
AMADOR FERNÁNDEZ-SAVATER 12/01/2011
La semana pasada recibí una llamada del Ministerio de Cultura. Se me invitaba a una reunión-cena el viernes 7 con la ministra y otras personas del mundo de la cultura. Al parecer, la reunión era una más en una serie de contactos que el Ministerio está buscando ahora para pulsar la opinión en el sector sobre el tema de las descargas, la tristemente célebre Ley Sinde, etc. Acepté, pensando que igual después de la bofetada que se había llevado la ley en el Congreso (y la calle y la Red) se estaban abriendo preguntas, replanteándose cosas. Y que tal vez yo podía aportar algo ahí como pequeño editor que publica habitualmente con licencias Creative Commons y como alguien implicado desde hace años en los movimientos copyleft/cultura libre.
El mismo día de la reunión-cena conocí el nombre del resto de invitados: Álex de la Iglesia, Soledad Giménez, Antonio Muñoz Molina, Elvira Lindo, Alberto García Álix, Ouka Leele, Luis Gordillo, Juan Diego Botto, Manuel Gutiérrez Aragón, Gonzalo Suárez (relacionado con el ámbito de los videojuegos), Cristina García Rodero y al menos dos personas más cuyos nombres no recuerdo ahora (perdón). ¡Vaya sorpresa! De pronto me sentí descolocado, como fuera de lugar. En primer lugar, porque yo no ocupo en el mundo de la edición un lugar ni siquiera remotamente comparable al de Álex de la Iglesia en el ámbito del cine o Muñoz Molina en el de la literatura. Y luego, porque tuve la intuición de que los invitados compartían más o menos una misma visión sobre el problema que nos reunía. En concreto, imaginaba (correctamente) que sería el único que no veía con buenos ojos la Ley Sinde y que no se sintió muy triste cuando fue rechazada en el Congreso (más bien lo contrario). De pronto me asaltaron las preguntas: ¿qué pintaba yo ahí? ¿En calidad de qué se me invitaba, qué se esperaba de mí? ¿Se conocía mi vinculación a los movimientos copyleft/cultura libre? ¿Qué podíamos discutir razonablemente tantas personas en medio de una cena? ¿Cuál era el objetivo de todo esto?
Con todas esas preguntas bailando en mi cabeza, acudí a la reunión. Y ahora he decidido contar mis impresiones. Por un lado, porque me gustaría compartir la preocupación que me generó lo que escuché aquella noche. Me preocupa que quien tiene que legislar sobre la Red la conozca tan mal. Me preocupa que sea el miedo quien está tratando de organizar nuestra percepción de la realidad y quien está tomando las decisiones gubernamentales. Me preocupa esa combinación de ignorancia y miedo, porque de ahí sólo puede resultar una cosa: el recurso a la fuerza, la represión y el castigo. No son los ingredientes básicos de la sociedad en la que yo quiero vivir.
Por otro lado, querría tratar de explicar lo que pienso algo mejor que el viernes. Porque confieso desde ahora que no hice un papel demasiado brillante que digamos. Lo que escuchaba me sublevó hasta tal punto que de pronto me descubrí discutiendo de mala manera con quince personas a la vez (quince contra uno, mierda para…). Y cuando uno ataca y se defiende olvida los matices, los posibles puntos en común con el otro y las dudas que tiene. De hecho me acaloré tanto que la persona que tenía al lado me pidió que me tranquilizara porque le estaba subiendo la tensión (!). Tengo un amigo que dice: “no te arrepientas de tus prontos, pero vuelve sobre los problemas”. Así que aquí estoy también para eso.
Quizá haya por ahí algún morboso preguntándose qué nos dieron para cenar. Yo se lo cuento, no hay problema, es muy sencillo. Fue plato único: miedo. El miedo lo impregnaba todo. Miedo al presente, miedo al porvenir, miedo a la gente (sobre todo a la gente joven), miedo a la rebelión de los públicos, miedo a la Red. Siento decir que no percibí ninguna voluntad de cambiar el rumbo, de mirar a otros sitios, de escuchar o imaginar alternativas que no pasen simplemente por insistir con la Ley Sinde o similares. Sólo palpé ese miedo reactivo que paraliza la imaginación (política pero no sólo) para abrir y empujar otros futuros. Ese miedo que lleva aparejado un conservadurismo feroz que se aferra a lo que hay como si fuera lo único que puede haber. Un miedo que ve enemigos, amenazas y traidores por todas partes.
Quien repase la lista de invitados concluirá enseguida que se trata del miedo a la crisis irreversible de un modelo cultural y de negocio en el que “el ganador se lo lleva todo” y los demás poco o nada. Pero no nos lo pongamos demasiado fácil y pensemos generosamente que el miedo que circulaba en la cena no sólo expresa el terror a perder una posición personal de poder y de privilegio, sino que también encierra una preocupación muy legítima por la suerte de los trabajadores de la cultura. Ciertamente, hay una pregunta que nos hacemos todos(1) y que tal vez podría ser un frágil hilo común entre las distintas posiciones en juego en este conflicto: ¿cómo pueden los trabajadores de la cultura vivir de su trabajo hoy en día?
Lo que pasa es que algunos nos preguntamos cómo podemos vivir los trabajadores de la cultura de nuestro trabajo pero añadiendo (entre otras muchas cosas): en un mundo que es y será infinitamente copiable y reproducible (¡viva!). Y hay otros que encierran su legítima preocupación en un marco de interpretación estrechísimo: la industria cultural, el autor individual y propietario, la legislación actual de la propiedad intelectual, etc. O sea el problema no es el temor y la preocupación, sino el marco que le da sentido. Ese marco tan estrecho nos atrapa en un verdadero callejón sin salida en el que sólo se puede pensar cómo estiramos lo que ya hay. Y mucho me temo que la única respuesta posible es: mediante el miedo. Responder al miedo con el miedo, tratar de que los demás prueben el miedo que uno tiene. Ley, represión, castigo. Lo expresó muy claramente alguien en la reunión, refiriéndose al modelo americano para combatir las descargas: “Eso es, que al menos la gente sienta miedo”. Me temo que esa es la educación para la ciudadanía que nos espera si no aprendemos a mirar desde otro marco.
Tienen miedo a la Red. Esto es muy fácil de entender: la mayoría de mis compañeros de mesa piensan que “copiar es robar”. Parten de ahí, ese principio organiza su cabeza. ¿Cómo se ve la Red, que ha nacido para el intercambio, desde ese presupuesto? Está muy claro: es el lugar de un saqueo total y permanente. “¡La gente usa mis fotos como perfil en Facebook!”, se quejaba amargamente alguien que vive de la fotografía en la cena. Copiar es robar. No regalar, donar, compartir, dar a conocer, difundir o ensanchar lo común. No, es robar. Traté de explicar que para muchos creadores la visibilidad que viene con la copia puede ser un potencial decisivo. Me miraban raro y yo me sentía un marciano.
Me parece un hecho gravísimo que quienes deben legislar sobre la Red no la conozcan ni la aprecien realmente por lo que es, que ante todo la teman. No la entienden técnicamente, ni jurídicamente, ni culturalmente, ni subjetivamente. Nada. De ahí se deducen chapuzas tipo Ley Sinde, que confunde las páginas de enlaces y las páginas que albergan contenidos. De ahí la propia idea recurrente de que cerrando doscientas webs se acabarán los problemas, como si después de Napster no hubiesen llegado Audiogalaxy, Kazaa, Emule, Megavideo, etc. De ahí las derrotas que sufren una y otra vez en los juzgados. De ahí el hecho excepcional de que personas de todos los colores políticos (y apolíticos) se junten para denunciar la vulneración de derechos fundamentales que perpetran esas leyes torpes y ciegas.
Tienen miedo a la gente. Cuando había decidido desconectar y concentrarme en el atún rojo, se empezó a hablar de los usuarios de la Red. “Esos consumidores irresponsables que lo quieren todo gratis”, “esos egoístas caprichosos que no saben valorar el trabajo ni el esfuerzo de una obra”. Y ahí me empecé a poner malo. Las personas se bajan material gratuito de la Red por una multiplicidad de motivos que esos clichés no contemplan. Por ejemplo, están todos aquellos que no encuentran una oferta de pago razonable y sencilla. Pero la idea que tratan de imponernos los estereotipos es la siguiente: si yo me atocino la tarde del domingo con mi novia en el cine viendo una peli cualquiera, estoy valorando la cultura porque pago por ella. Y si me paso dos semanas traduciendo y subtitulando mi serie preferida para compartirla en la Red, no soy más que un despreciable consumidor parásito que está hundiendo la cultura. Es increíble, ¿no? Pues la Red está hecha de un millón de esos gestos desinteresados. Y miles de personas (por ejemplo, trabajadores culturales azuzados por la precariedad) se descargan habitualmente material de la Red porque quieren hacer algo con todo ello: conocer y alimentarse para crear. Es precisamente una tensión activa y creativa la que mueve a muchos a buscar y a intercambiar, ¡enteraos!
Lo que hay aquí es una élite que está perdiendo el monopolio de la palabra y de la configuración de la realidad. Y sus discursos traducen una mezcla de disgusto y rabia hacia esos actores desconocidos que entran en escena y desbaratan lo que estaba atado y bien atado. Ay, qué cómodas eran las cosas cuando no había más que audiencias sometidas. Pero ahora los públicos se rebelan: hablan, escriben, se manifiestan, intervienen, abuchean, pitan, boicotean, silban. En la reunión se podía palpar el pánico: “nos están enfrentando con nuestro público, esto es muy grave”. Pero, ¿quién es ese “nos” que “nos enfrenta a nuestro público”? Misterio. ¿Seguro que el público no tiene ninguna razón verdadera para el cabreo? ¿No es esa una manera de seguir pensando al público como una masa de borregos teledirigida desde algún poder maléfico? ¿Y si el público percibe perfectamente el desprecio con el que se le concibe cuando se le trata como a un simple consumidor que sólo debe pagar y callar?
Tienen miedo al futuro. “¿Pero tú qué propones?” Esa pregunta es siempre una manera eficaz de cerrar una conversación, de dejar de escuchar, de poner punto y final a un intercambio de argumentos. Uno parece obligado a tener soluciones para una situación complejísima con miles de personas implicadas. Yo no tengo ninguna respuesta, ninguna, pero creo que tengo alguna buena pregunta. En el mismo sentido, creo que lo más valioso del movimiento por una cultura libre no es que proponga soluciones (aunque se están experimentando muchas, como Creative Commons), sino que plantea unas nuevas bases donde algunas buenas respuestas pueden llegar a tener lugar. Me refiero a un cambio en las ideas, otro marco de interpretación de la realidad. Una revolución mental que nos saque fuera del callejón sin salida, otro cerebro. Que no confunda a los creadores ni a la cultura con la industria cultural, que no confunda los problemas del star-system con los del conjunto de los trabajadores de la cultura, que no confunda el intercambio en la Red con la piratería, etc.
Eso sí, hablé del papel fundamental que para mí podrían tener hoy las políticas públicas para promover un nuevo contrato social y evitar la devastación de la enésima reconversión industrial, para acompañar/sostener una transformación hacia otros modelos, más libres, más justos, más apegados al paradigma emergente de la Red. Como se ha escrito, “la inversión pública masiva en estudios de grabación, mediatecas y gabinetes de edición públicos que utilicen intensivamente los recursos contemporáneos -crowdsourcing, P2P, licencias víricas- podría hacer cambiar de posición a agentes sociales hasta ahora refractarios o poco sensibles a los movimientos de conocimiento libre”(2). Pero mientras yo hablaba en este sentido tenía todo el rato la sensación de arar en el mar. Ojalá me equivoque, porque si no la cosa pinta mal: será la guerra de todos contra todos.
Ya acabo. Durante toda la reunión, no pude sacarme de la cabeza las imágenes de la película El hundimiento: encerrados en un búnker, sin ver ni querer ver el afuera, delirando planes inaplicables para ganar la guerra, atados unos a otros por fidelidades torpes, muertos de miedo porque el fin se acerca, viendo enemigos y traidores por todos lados, sin atreverse a cuestionar las ideas que les arrastran al abismo, temerosos de los bárbaros que están a punto de llegar…(3)
¡Pero es que el búnker ni siquiera existe! Los “bárbaros” ya están dentro. Me gustaría saber cuántos de los invitados a la cena dejaron encendidos sus ordenadores en casa descargándose alguna película. A mi lado alguien me dijo: “tengo una hija de dieciséis años que se lo baja todo”. Y me confesó que no le acababa de convencer el imaginario que circulaba por allí sobre la gente joven. Ese tipo de cosas constituyen para mí la esperanza, la posibilidad de razonar desde otro sitio que no sea sólo el del miedo y los estereotipos denigratorios. Propongo que cada uno de los asistentes a la próxima cena hable un rato sobre el tema con sus hijos antes de salir de casa. O mejor: que se invite a la cena tanto a los padres como a los hijos. Sería quizá una manera de sacar a los discursos de su búnker, porque entonces se verían obligados a asumir algunas preguntas incómodas: ¿es mi hijo un pobre cretino y un descerebrado? ¿Sólo quiero para él que sienta miedo cuando enciende el ordenador? ¿No tiene nada que enseñarme sobre el futuro? El búnker ya no protege de nada, pero impide que uno escuche y entienda algo.
NOTAS
1. Alguien en la cena reveló que había descubierto recientemente que en “el lado oscuro” también había preocupación por el tema de la remuneración de los autores/trabajadores/creadores. ¡Aleluya! A pesar de esto, durante toda la reunión se siguió argumentando como si este conflicto opusiera a los trabajadores de la cultura y a una masa de consumidores irresponsables que lo quieren “todo gratis”.
2. “Ciberfetichismo y cooperación”, por Igor Sádaba y César Rendueles
3. Por supuesto, el búnker es la vieja industria. El “nuevo capitalismo” (Skype, Youtube, Google) entiende muy bien que el meollo de la cosa está hoy en que la gente interactúe y comparta, y en aprovecharse de ello sin devolver más que precariedad.
metal_kingMember¡Y fijáos cómo agarra el micro! ¡Qué vergüenza! -jumpy
metal_kingMemberA vosotros os incluyen porque tú eres bello y porque al Nasty lo confunden con Akerfeldt.
Escuché el disco de Octograssa en el Spotify. Quizá Juanitow, siempre que no pronuncies la palabra “heavy”, o “metal” en su presencia, pueda iluminarte.
Es un buen themaaaa. -mu
metal_kingMemberPues ha faltado un pelo. Ha estado bien.
Ahora eliminan al Valencia, seguro que con mucho menos honorrrrrr -read
metal_kingMemberEstá bien chula la historia.
No sé si será que andamos necesitados de finales felices…
metal_kingMemberYo tampoco estoy de acuerdo en que se pueda “elegir” el empleo. Para nada. Quizá puedan hacerlo unos pocos. O unos cuantos. Pero unos muchos trabajan en algo que no les gusta porque es el medio que asegura una contraprestación dineraria para lo necesario. Ya sea propio o de familiares directos.
No se de donde sacáis para ese “derecho a tomarme una copa sin humo en un bar” sea necesario prohibir fumar en TODOS los bares y restaurantes. En un restaurante con salas privadas ¿es necesario?. En un asador con 500 metros cuadrados y áreas diferenciadas ¿es necesario?. La posibilidad del empresario de elegir el modelo de negocio DE OCIO ¿donde queda?
Creo que cuando hicieron la primera normativa (la de la regulación en los bares y prohibición en el centro de trabajo), acertaron de pleno y ahora han emborronado lo que hicieron. ¿Para que hicieron gastar dinero en remodelaciones a todos los hosteleros que tenían más de X metros de superficie?
Así que, una vez más, la cosa está, para mi, en el sufrimiento de los camareros sobre el tema.
Quizá podrían haber hecho diferentes segmentos de convenio, aplicando un plus de peligrosidad a los que acepten trabajar en esos ambientes,
o hacer un calendario de días con humo y días sin humo con unos mínimos en todo establecimiento,
o quizá por horas,
o mantener la dualidad en los establecimientos grandes, casinos y bingos, quizá incidiendo en que en las zonas habilitadas no servirá el camarero…
o poner smoking points completamente aislados en sitios como por ejemplo una discoteca…
Si existen pocos bares pequeños libres de humo, se podría haber incentivado con algún tipo de desgravación…
Tristediablo, se puede regular prohibiendo. Pero hay que MINIMIZAR las prohibiciones. Vamos así pienso yo.
Y no haya mal rollo que este foro es tan cariñoso como una cesta de gateteeees!
metal_kingMember@Perro muerto wrote:
Me hace gracia lo de los camareros. Su salud. Si te haces camarero, ¿no sabes los riesgos que conlleva como cualquier otra profesión?
Yo no veo quejarse al oficinista por el tunel carpiano… Ni al pintor por tener riesgo de inhalar aerosoles…
El oficinista no usa el ratón de otro. El pintor no aspira gases generados por otros. El camarero sí.
metal_kingMember@webmaster wrote:
de esto va a ver cada día mas :
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=TncsqoLFZeU[/youtube]Jajaja, este tío es True del todo.
La verdad es que yo siento una impotencia brutal ante que una analfabeta rica, pija, subnormal (y ministra) vele por mi salud, para que yo pueda entrar a un bar y que no haya humo mientras dilapida cualquier tipo de regulación intermedia posible, (como ya hicieron, hace tres años) con una prohibición que deja al tal Franco descojonándose en su tumba.
Si yo quería un espacio sin humo, por ejemplo porque iba acompañado de una chica embarazada o porque tenía ensayo después, pues me iba al bar La Redonda, (antes libre de humos) elegido libremente por sus propietarios.
Si voy a un bingo tenía a mi disposición una zona de humos y un zona libre, que es la mejor de las posibilidades. Ahora incluso la propuesta del Senado de librar a bingos y casinos de esta ley y dejar la regulación anterior ha sido rechazada, demostrando que el Senado no sirve para nada y que al Gobierno del Hijo de Puta (con mil perdones para todas las putas) le importa tres cojones el diálogo la regulación y, en definitiva, pensar.
Es curioso porque ahora, los que están en el bingo, no hacen más que levantarse para salirse fuera, con el indeseable ruído que ello produce, y como no quieren ser vistos en la puerta, se dan vueltas a la manzana, a cero grados, y luego, el de la admisión ya no sabe si están dentro o fuera XD. Cuando el empleado del bingo que me lo ha contado se vaya a la puta calle, volveré aquí y a donde sea a cagarme en todo censor que no sabe tirar de salomonía y de punto medio.Y nadie me pone una pistola en la cabeza para que entre en un bar si tanto me molesta el humo, coñe. No son espacios públicos (salvo los bares de estaciones, por ejemplo, donde creo que la filosofía es otra). Si se produce un incendio en el bar que quema el edificio entero, lo paga el seguro del bar, no el ayuntamiento.
Sólo me alegro por esos camareros que estaban molestos por el humo, ya que son trabajadores sufriendo a otros. Me alegro mientras conserven el trabajo, claro.
Salud^^
metal_kingMember@tristediablo wrote:
empece a fumar a los 14 años. ahora llevo casi 5 meses sin hacerlo y creo que es para siempre (toco madera).
creo que el tabaco es algo que deberiamos eliminar de la sociedad.
es complentamente perjudicial para la salud, para el bolsillo y para practicamente todas las facetas de la vida.si te metes cualquier sustancia cocainoicaspeedifrenicaheroinomaniaca, te conviertes en un adicto, destrozas tu vida pero al menos sientes algo.
con el tabaco ni siquiera pasa eso, lo unico que hace fumarte un cigarro es quitarte los sintomas del mono, no te quita el cansancio, no te hace ser feliz, no te hace volar, solo te hace estar mas o menos normal.con esto quiero decir que nadie se convierte en fumador porque los efectos del tabaco enganchen, porque te haga sentir genial, porque decidas que te arriesgas con los efectos secundarios ya que el efecto inmediato es cojonudo.
en el 100% de los casos te haces fumador porque socialmente existe una presion para que lo seas; una presion de la que; si; muchos habeis escapado, pero que con los que no lo hicimos, para el negocio es mas que suficiente.
eliminar esa presion es eliminar el tabaco de la vida publica incluidos los bares.
ser fumador no se trata de tener libertad;puedes elegir fumarte un cigarro o no, pero lo que nadie puede escoger una vez introduces nicotina en tu cuerpo es convertirte en un adicto.
Según el argumento que expones, lo consecuente sería no fabricarlos y prohibir su venta.
Con respecto a las otras drojas y la valoración riesgo/efecto, no estaría mal señalar que el que se droja paga, a la postre, una parte de los riesgos. Su apuesta suele incidir en que su familia o la sociedad, acabe pagando una parte del coste de su vicio.
Salud!
metal_kingMember@Che wrote:
@TANKE wrote:
a por cierto,esta hecha la ley antitabako,pero no la sancion,si hay alguien fumando en un bar solo te pueden llamar la atencion,no hay multa,hay k votarla tambien
“Por ello las infracciones quedan divididas en tres: infracciones leves, con multa que va de 30 hasta 600 euros; infracciones graves, con multa desde 601 euros hasta 10.000, y finalmente infracciones muy graves, desde 10.001 hasta 600.000 euros.”
Es decir, 30 euros pal que fume, y hasta 600.000 para el dueño del bar.
Por la gloria del Metalll, menudas oxtiax!
metal_kingMember@garba wrote:
@Piny wrote:
Bueno, habeis notado algún cambio con la ley anti tabaco?
Se han cerrado muchos bares, hay más desempleados, la gente ha dejado de ir a los bares?
MARAVILLA!!! 😀los bares que tu frecuentas , los nocturnos, no creo que tengan problemas. pero todo el pequeño bar de barrio las va a pasar canutas. la gente joven, sale de fiesta pase lo que pase, a fumar en la calle o en el tejao, pero el bar de barrio, con los jubiletas que cada vez tienen pensiones mas miserables se van a quedar en casa mas de lo normal. ya no saldrán un par de veces al dia para cafe y puro, y luego para el vinito. saldrán una vez o ninguna. España no es Europa donde la gente apenas sale de casa. Los bares de barrio en su mayoría los veras desaparer..
Pd. por cierto, el mismo día que sale esta ley sale otra donde se incrementan en buen porcentaje los sitios donde se puede vender tabaco. gasolineras…etc etc. con dos cojones !!
Ah, y en los kioskos a los que hundieron en la miseria cuando les prohibieron vender… ¿se puede ahora?
metal_kingMember -
AuthorPosts